¿Los niños pueden tomar harina de avena? Sí, y estos son sus beneficios
Sustituir el harina refinado por harina de avena en las recetas que preparéis para vuestros hijos reporta numerosos beneficios sobre su desarrollo y su salud. Un experto nos los cuenta todos.
La harina es un producto que está presente casi a diario en las cocinas de todas las casas y, por lo tanto, en los platos de sus inquilinos. Seguramente todos sabemos que estamos hablando de carbohidratos complejos que nos aportan mucha de la energía que necesitamos en nuestra dieta.
Pero en este punto conviene aclarar ciertas creencias con las que hemos crecido y que seguimos escuchando hoy en día.
Es verdad que la presencia de los hidratos debe ser importante en nuestra alimentación, pero no por ello deben ser la base de la misma ni mucho menos, como ya venimos aprendiendo.
Y, sobre todo, no es lo mismo ingerir hidratos procedentes de las verduras, que de las harinas refinadas.
Las llamadas “harinas blancas” están entre esos carbohidratos presentes en productos como las pizzas, la bollería industrial y el pan blanco, entre otros, y no debemos olvidar que se trata de harinas de granos enteros que han sido procesadas de forma industrial, retirando además del grano, todo su germen y su salvado. Lo explico.
Al tener un procesamiento industrial, hablamos de harinas que tienen menos fibra, proteínas y minerales y más almidón. Los efectos más inmediatos de esto tienen que ver con el metabolismo, al contener almidón, puede hacer más difícil la digestión. Pero también su uso regular puede ser dañino a largo plazo, ya que los cambios que produce en el metabolismo pueden aumentar el riesgo de padecer obesidad, diabetes y cardiopatías, entre otros problemas de salud. Además, cuando ingerimos hidratos de carbono, el cuerpo libera insulina para convertirlos en glucosa, y por tanto, la energía que nos aporta es como la que nos facilita el azúcar: se nota rápidamente, pero desaparece con la misma velocidad que ha llegado.
Harina de avena: la mejor alternativa
No se trata de dejar de usar la harina en nuestras recetas y preparaciones, por supuesto, sino de buscar cuál es la mejor para sustituir la refinada. Existen varias opciones en el mercado para elegir, por ejemplo la harina de coco, la de almendras o la de quinoa, que cuentan con beneficios para el organismo como su riqueza en proteína, fibra, micronutrientes y grasa, sus efectos saciantes o su carga de antioxidantes.
Pero sin duda, en mi opinión, la mejor y más sana opción es la de la harina de avena, que también tiene un buen efecto saciante, es rica en fibra, en vitamina E, B1 y B2 y en minerales como el hierro, el fósforo y el calcio, entre otros. A todo ello hay que añadir que no contiene gluten de manera natural, por lo que es apta para celíacos, y ayuda a reducir el colesterol y a prevenir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Además, refuerza el buen funcionamiento de nuestro sistema nervioso y fortalece los músculos, por lo que es muy recomendable su consumo en personas deportistas y mayores. Dentro de los beneficios que proporciona a nuestro aparato digestivo también están la protección de la mucosa estomacal y su actuación como probiótico, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas en la flora intestinal.
La harina de avena es cada vez más utilizada entre la población, se la conoce también como avena en polvo y los expertos la recomiendan a la hora de hacer bizcochos o galletas.
Beneficios para los más pequeños
Es uno de los cereales más recomendables para los niños, ya que además de grasas como el omega-6, aporta hidratos de carbono de absorción lenta que les ayuda a que la energía dure más en su organismo. Si la incorporamos en su dieta en forma de harina, es decir, en polvo, podemos sorprenderles desde muy pequeños incluyéndola en papillas con leche y yogur, a las que por supuesto podemos añadir fruta, consiguiendo un batido al que nadie se podrá resistir.
En la actualidad, hay expertos que están estudiando el potencial de este ingrediente para prevenir el asma en menores y también su capacidad para reforzar el sistema inmunitario. Lo que sí se ha comprobado a día de hoy es que ayuda a frenar la obesidad infantil, favorece el tránsito intestinal de los niños y su rendimiento académico, además de su poder antioxidante.
Hay que tener cuidado con que la harina de avena que utilizamos sea completamente libre de gluten, ya que muchas veces se contamina durante la fabricación y pueden causar problemas si la toman niños celíacos sin la oportuna comprobación al respecto.
Algunas recetas con avena para nuestra dieta
Si los niños ya tienen edad para ayudarnos en la cocina, podemos implicarles en la elaboración de recetas con harina de avena como las galletas. Hay una receta muy fácil, rápida y saludable que consiste en mezclar 2 plátanos, 10 cucharadas de avena con sabor a vainilla, 1 huevo y ralladura de limón. Con la mezcla se hacen montoncitos y se meten en el horno. Tortitas, magdalenas o bizcocho son otros dulces que se pueden hacer con este tipo de harina sin miedo a perjudicar nuestro organismo.
A partir de aquí, se puede ampliar el recetario con avena a platos más elaborados en los que se puede incorporar este ingrediente como las tortitas de avena para tacos mejicanos o quesadillas, pastel de zanahoria, pan con pasas y avena, masa de pizza con este ingrediente o berenjenas rebozadas con la misma, y un largo etcétera.
Después de leer este artículo, te animo a que pruebes a sustituir poco a poco las harinas refinadas por la harina de avena durante un tiempo, para que compruebes en tu propio organismo y en tu familia, todos los beneficios que puede aportar.
Artículo elaborado por Niklas Gustafson, experto en nutrición y chairman de Natruly